Hasta este punto Kant a determinado que el tiempo no nos es
dado por la experiencia sino que es previo a ésta, dado que es necesario para
poder tener cualquier tipo de experiencia y por lo tanto se convierte en
condición de posibilidad de cualquier tipo de experiencia sensible.
Ahora bien, surge la pregunta, ¿si el Tiempo no es dado por
la experiencia sensible, pues le precede, de dónde nos viene la representación
que tenemos del tiempo?; respondiendo a esta duda, antes que nada, Kant aclara
que la idea del Tiempo no puede surgir de un concepto, dado que en principio los
diferentes tiempos en que podemos dividir un acontecimiento provienen y forman
parte de un mismo tiempo que abarca a todos, por esta razón no puede ser un
concepto puesto que estos hacen referencia a lo general y en tanto que el
tiempo es uno, es decir algo particular no puede ser conceptualizado. Una vez
aclarado este punto Kant recalcará que el tiempo no es otra cosa que una forma
pura de la intuición, es decir que el tiempo es algo que es intuido de forma automática,
si me permiten expresarlo de esta manera, el tiempo es algo que se nos da de
facto y nos permite tener acceso a toda experiencia sensible.
Para Kant el tiempo no es algo que se encuentre afuera en el
mundo sensible, sino que es una intuición interna del entendimiento, es decir que
la representación del tiempo es un fenómeno interno y no externo, pero cómo es
esto posible. Bueno resulta que si el tiempo fuese algo externo que se da en
los objetos, no podría preceder a los objetos como condición de su aparición sensible
ni ser intuido ni conocido a priori. De esta forma el tiempo se convertirá en
un sentido interno, es decir, intuición de nosotros mismos y nuestro estado
interno.
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