1. Beber no destruye neuronas. Beber en exceso durante
muchos años da lugar a que se reduzca el tamaño del cerebro pero, por lo
general, se trata de un fenómeno reversible. El vino tinto puede incluso
proteger el cerebro, al reducir el riesgo de derrames cerebrales, siempre y
cuando la dosis oscile entre dos vasos a la semana y hasta tres vasos al día
como máximo.
2. Un golpe fuerte en
la cabeza no cura la amnesia. Por mucho que el cine se haya empeñado en
convencernos de lo contrario. Tampoco se consigue con hipnosis ni con la visión
de un objeto muy apreciado; en cuanto a la neurocirugía, es más probable que,
en lugar de remediar la pérdida de memoria, la cause.
3. La mitad izquierda no es “racional”. Esa región de la
corteza cerebral es la que produce el lenguaje y resuelve los problemas, pero
ello no quiere decir que sea la “mitad racional”. La parte izquierda del
cerebro necesita lógica y orden, hasta el punto de que, si algo no tiene
sentido, lo habitual es que el cerebro invente una explicación verosímil.
4. El estado de ánimo de ellas no es más variable que el de
ellos. Lo que ocurre es que tanto unos como otras tienden a recordar mejor los
cambios del estado de ánimo de las mujeres, por lo que las personas a las que
se les pide que recuerden el grado de variabilidad de su estado de ánimo o del
de su pareja mencionan más cambios de humor en ellas.
5. El cerebro no es como un ordenador. Dado que se ha
desarrollado a lo largo de millones de años a través de la selección natural,
cuenta con sistemas que surgieron con un propósito determinado y que
posteriormente se han adaptado para otro, incluso aunque no funcionen
perfectamente. Por tanto, no es la obra de un ingeniero.
6. Los ciegos no oyen mejor. No gozan de unas condiciones
mejores que las personas videntes para identificar los sonidos, aunque sí es
cierto que tienen una mejor memoria, especialmente para el lenguaje. También
son más diestros en la localización de sonidos débiles. Ambas habilidades
pueden ayudarles a reconocer mejor todo aquello que les rodea.
7. Escuchar a Mozart no hace más listo a un bebé. Este mito
surge de una investigación realizada entre estudiantes de enseñanza superior
que detectó que esa actividad producía un efecto limitado, que duraba sólo
media hora. Sin embargo, aprender a tocar un instrumento musical se asocia con
un incremento de la capacidad para el razonamiento espacial.
8. Las vacunas no causan autismo. En varios países, suprimir
el componente de las vacunas que se aseguraba que causaba autismo no ha tenido
ningún efecto en los índices de diagnóstico del autismo. Por lo general, el
autismo está causado más bien por la herencia de una multiplicidad de genes
defectuosos.
9. Los pliegues exteriores no guardan relación con la
inteligencia. Las circunvoluciones o relieves están más bien relacionadas con
el tamaño del cerebro, porque gracias a esa disposición cabe más cerebro en un
espacio más reducido. En los cerebros más grandes, la corteza contiene asimismo
más materia blanca, las fibras de asociación que conectan regiones distantes
del cerebro.
10. Es falso que sólo empleemos el 10%. En Estados Unidos,
esta aseveración apareció por primera vez en los escritos de Dale Carneige, un
autor de libros de autoayuda que no era científico. Carneige citó mal un pasaje
del psicólogo William James, quien en realidad había afirmado que utilizamos
apenas una fracción del potencial del cerebro.
El mito del 10% es la falsa creencia sobre el cerebro más
extendida, pues apela a nuestro deseo de mejorar. Algunas encuestas han
descubierto que esto es lo que piensa la mayoría de las personas de Estados
Unidos y de Brasil. Hoy en día los científicos saben que la totalidad del
cerebro es necesaria para su funcionamiento normal, tal como demuestran las
consecuencias de los derrames o daños cerebrales. Incluso el daño limitado a
una parte muy pequeña del cerebro puede detectarse por los síntomas
neurológicos.
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