La figura bíblica de Caín se invoca para caracterizar la
peculiar psicología del primogénito, un niño celoso del hijo segundo a quien
considera como un "intruso" y un rival. Al de Caín se opone el
complejo de Abel. El psicólogo francés Charles Badouin, el primero en usar el
término escribe: "El niño al que le cabe en suerte un hermanito o una hermanita,
reacciona primero, muy generalmente, con unos celos desmedidos y de carácter
completamente animal, que subsisten luego, latentes y más o menos bien
reprimidos. La hostilidad del menor frente al mayor aparece como una réplica
natural a dicha hostilidad".
El niño piensa que su madre prefiere al bebé porque es más
pequeño, por eso se comporta como un bebé. Esta actitud normalmente durará poco
tiempo, ya que el niño querrá volver a ser grande para disfrutar de las
ventajas de ser mayor. Los padres deben ser conscientes de que él también tiene
necesidades de amor y caricias.
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