El
conocimiento a priori según Kant es definido como aquel que es completamente independiente
de la experiencia; pero no ya el que es independiente de esta o aquella
experiencia, sino de toda experiencia. Para Kant las formas a priori de la
sensibilidad (las intuiciones puras) así como las categorías o conceptos puros
del entendimiento, si bien dependen de la experiencia sensible para poder tener
algo sobre lo cual actuar, en cuanto tales son completamente independientes de
los datos sensibles, es decir son a priori. Ahora bien, resulta necesario que
se admita que dichas formas necesitan ser universales y necesarias, dado que al
no ser dependientes de la experiencia, no pueden ser puestas en juicio por
ningún hecho del mundo. En consecuencia estas han de aplicarse a todo
conocimiento válido y a todo ser humano (universalidad), al tiempo que resultan
necesarias respecto al conocimiento de los fenómenos.
Es
así que resulta ahora decisivo insistir en que si bien Kant considera al
conocimiento a priori como independiente de la experiencia, con esto no quiere
decir que se manifieste de forma innata, dado que si las formas a priori fuesen
innatas, entonces sería posible ejercitar la actividad cognitiva sin necesidad
alguna de la experiencia, pero esto no es lo que defiende Kant, pues para él
las sensaciones son condición de posibilidad de todo conocimiento legítimo: “en definitiva, todo pensar tiene que hacer
referencia, directa o indirectamente, a intuiciones y, por consiguiente (entre
los humanos), a la sensibilidad, ya que ningún objeto se nos puede dar de otra
forma” (Crítica de la Razón Pura, A
19/B 33).
No hay comentarios:
Publicar un comentario