Para
Kant, según la constitución tanto del cuerpo como de los sentidos del sujeto,
un conocimiento solamente puede considerarse como válido si el objeto del
conocimiento puede darse de algún modo sensible[1].
Esto se debe a que nuestro cuerpo es una de las condicionales de nuestra forma
de conocer, es decir nuestro acceso al mundo.
“nuestro
cuerpo no es otra cosa que el fenómeno básico al que, en cuanto condición, va
ligada en su estado actual (en la vida presente) toda facultad sensitiva y, con
ésta, todo pensamiento… el cuerpo no sería entonces la causa del pensar, sino
una mera condición restrictiva del mismo” (Crítica de la Razón Pura, A 779\B
807).
Es
importante tomar en cuenta que si bien para alcanzar el conocimiento resulta
importante tener experiencia de algo, esto de ninguna manera quiere decir que
todo lo que es posible conocer venga exclusivamente de los sentidos. Kant
considerará que el sujeto cognoscente no aprehende sino que es el mismo quien
les dota de significado, con lo que queda de manifiesto que hay una fuente de
conocimiento que es independiente de la experiencia y que, como él mismo dice,
está a priori en la estructura subjetiva de quien conoce.
Resulta
pues que en efecto, sin las formas a priori de la sensibilidad y del
entendimiento, no sería posible tener experiencia de los objetos en tanto que
objetos de conocimiento.
Resulta
importante, sin embargo aclarar que el termino experiencia en Kant refiere a la
percepción sensible y a lo que en ella se presenta, es decir las sensaciones
como lo real del fenómeno, pero por otro lado también hace referencia a la
experiencia objetiva general que es resultado de la actividad sintética del
sujeto, esto es el experimentar los objetos como objetos de conocimiento y, por
tanto, ya organizados por las formas a priori del entendimiento.
La
diferencia que resulta más relevante entre estas dos formas en que se puede
entender el término experiencia es que en el primer caso la experiencia
adquiere un carácter completamente pasivo, dado que la sensibilidad no es otra
cosa que la capacidad subjetiva de ser afectado por impulsos sensoriales,
mientras que en el segundo caso, la experiencia se presenta como resultado de
un proceso, debido a que es el sujeto quien, gracias a las formas a priori, es
capaz de organizar los datos sensoriales
para producir los objetos. Como consecuencia, siempre que Kant habla de la
experiencia como fuente de conocimiento, y como aquello que necesariamente ha
de estar en el punto de partida de toda actividad cognitiva legítima, se hace
referencia al primer sentido antes expuesto.
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