Para
Kant si bien no todo el conocimiento proviene de la experiencia, la actividad
del conocer misma necesita, de forma necesaria, que todo pensar nos remita ya
sea de forma directa o indirecta a sensaciones y como consecuencia a la
sensibilidad, esto debido a que no es posible que un objeto se presente de
manera diferente a un ser construido corporalmente[1].
Como
resultado de lo mencionado anteriormente, lo que se desprende de esta forma de
concebir el conocimiento es una especie de punto medio entre el empirismo y el
racionalismo, pues nos presenta al menos dos fuentes de conocimiento, a saber,
una empírica y otra a priori, más sin embargo , como en el pensamiento kantiano
se pretende dar una explicación naturalista del conocimiento y, por tanto, no
cabe entender el modo de conocer al margen del modo de ser de quien conoce, no
es posible alcanzar ningún conocimiento justificado que esté más allá de la
experiencia y que no parta de ella.
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